Cuando estás enamorado no piensas, deseas. Desearías que viera todo lo que tu ves, que se riera viéndote reír a ti, que cuando le miras sin que se de cuenta algo tiembla dentro de ti. Y es entonces cuando hablas de él, hablas siempre que puedes de él porque cuando lo haces, parece que te estás comiendo un helado de chocolate, y sonríes, y te gustaría verle y dedicarle aunque sea una mínima sonrisa tuya; y apuntas en tu mente todo lo que quieres decirle, todo lo que te sucede a lo largo del día, porque todo lo has hecho para él, y notas como tu pecho se hincha, se llena de aire justo como cuando él te abraza, exactamente igual, recuerdos perfectos, misma sensación.